Cuando veo en la tele
cualquier anuncio de cualquier producto en el que me aseguran que ese
producto es bueno, si luego lo compro y veo que es una mierda pues no
lo compro más, con el agravante de que cada vez que pase por ese
pasillo del super, no solo no lo voy a comprar si no que me acordaré
del anuncio y pensaré que los responsables de esa marca son unos
sinvergüenzas.
Pues bien, todo esto no lo deben tener muy claro los responsables ejecutivos de los bancos, también conocidos por mí como “corbatitas”, porque no hay un producto que difiera más del que te venden en la tele al real que una visita al banco. Nada más entrar en un banco debes localizar al último de la cola para pedir la vez, entonces de los treinta a noventa minutos que te esperan en la cola para hacer una gestión que te va a llevar en ventanilla dos, empiezas a fijarte en lo que pasa en el banco, observas como de las tres ventanillas que posee el banco solo hay una abierta, observas como el cliente que está en ventanilla debe de estar haciendo un doctorado en como hacer todas las cosas que se puedan hacer en una ventanilla del banco a la vez. Como a la persona responsable de la caja no se le altera en lo más mínimo el pulso por la cola que tiene y lo que más te alucina es que en el banco hay siete trabajadores más, cuatro en sus mesas y tres dando vueltas. Te fijas en sus caras, tienes tiempo, y te das cuenta que salvo uno el resto tampoco parece que esté haciendo algo de lo que dependa la supervivencia de la especie humana o la prima de riesgo, simplemente están ahí sentados en sus mesas mientras la cola sigue sin avanzar, el cliente sigue haciendo su doctorado y el responsable de caja sigue sin alterarse. Es entonces cuando me acuerdo de anuncios del tipo “Queremos ser tu banco”, “Entra y hablamos” o “Tú eres lo más importante”. Al parecer ni yo ni ninguno de los que llevamos ya 30 minutos en la cola, somos el tipo de cliente que buscan en esos anuncios. Y todo esto en pleno invierno con un frío que pela en la calle pero a treinta grados que es la temperatura del banco, porque eso si, la calefacción a tope. Que por si esperar no es puteante que esperen sofocados.
Pues bien, todo esto no lo deben tener muy claro los responsables ejecutivos de los bancos, también conocidos por mí como “corbatitas”, porque no hay un producto que difiera más del que te venden en la tele al real que una visita al banco. Nada más entrar en un banco debes localizar al último de la cola para pedir la vez, entonces de los treinta a noventa minutos que te esperan en la cola para hacer una gestión que te va a llevar en ventanilla dos, empiezas a fijarte en lo que pasa en el banco, observas como de las tres ventanillas que posee el banco solo hay una abierta, observas como el cliente que está en ventanilla debe de estar haciendo un doctorado en como hacer todas las cosas que se puedan hacer en una ventanilla del banco a la vez. Como a la persona responsable de la caja no se le altera en lo más mínimo el pulso por la cola que tiene y lo que más te alucina es que en el banco hay siete trabajadores más, cuatro en sus mesas y tres dando vueltas. Te fijas en sus caras, tienes tiempo, y te das cuenta que salvo uno el resto tampoco parece que esté haciendo algo de lo que dependa la supervivencia de la especie humana o la prima de riesgo, simplemente están ahí sentados en sus mesas mientras la cola sigue sin avanzar, el cliente sigue haciendo su doctorado y el responsable de caja sigue sin alterarse. Es entonces cuando me acuerdo de anuncios del tipo “Queremos ser tu banco”, “Entra y hablamos” o “Tú eres lo más importante”. Al parecer ni yo ni ninguno de los que llevamos ya 30 minutos en la cola, somos el tipo de cliente que buscan en esos anuncios. Y todo esto en pleno invierno con un frío que pela en la calle pero a treinta grados que es la temperatura del banco, porque eso si, la calefacción a tope. Que por si esperar no es puteante que esperen sofocados.
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